martes, 14 de mayo de 2013

Toni Gironès, Ses Oliveres. Cadaqués

La acción secular de los habitantes de Cadaqués interpretando el espacio natural y disponiendo bancales de piedra en seco para la plantación de vid y olivo, es una de las características morfológicas del “Cap de Creus”. Por decantación en el tiempo y con pocos medios, idearon una técnica y trazaron las directrices de un sistema que optimizaba los recursos de la tierra.
En un olivar situado en el límite con la playa de “Ses Oliveres” y a cierta distancia del casco antiguo del pueblo, es donde se proyecta esta vivienda. Bancales de piedra paralelos a la antigua riera que canalizan el viento seco de tramontana y, siguiendo la pendiente giran a poniente para recibir el frescor del “garbí”,… muros que van de 40 a 70 cm de altura y que con separaciones entre 4 y 5 metros, ayudan a superar el desnivel de la topografía original, decalándose para seguir la línea de mínima pendiente. Unos 15 olivos, 10 pinos, 5 cipreses y 2 mimosas, forman la masa vegetal que recorre la parcela de este a oeste, dejando un claro a norte que, a su vez, responde a las cotas más elevadas desde donde nos reencontramos con el mar.
La casa no agota la altura reguladora porque busca el horizonte entre el suelo y las hojas de los olivos. Nuevos planos horizontales desde la antigua riera hasta lo alto de la parcela se van sucediendo, pasando por una planta baja que, como un claro entre la roca excavada y los olivos preexistentes, dispone de una buena inercia térmica y ventilaciones cruzadas acordes con los vientos dominantes. La estructura de paredes de carga, se traza tangente a la estructura original de la construcción agrícola,… los bancales que fueron desmontados para construir la nueva topografía vuelven adaptándose a otras necesidades, enraizando el acto de habitar de nuevo en el lugar.

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