sábado, 5 de mayo de 2012

João Luís Carrilho da Graça, Museo Arqueológico "Praça Nova del Castillo de San Jorge". Lisboa, Portugal

Fuente: João Luís Carrilho da Graça
Nos gusta imaginarnos un museo arqueológico como un cofre denso que, como todo cofre esconde en su interior el tesoro que la historia nos ha querido dejar pieza a pieza. No se trata de una historia cualquiera, al menos no sólo de la historia científica de los expertos, ya que esa historia no siempre deja lugar a la imaginación y casi siempre se termina en sí misma. Una mirada caprichosa que depende más de lo que queremos ver que lo que vemos. Por eso, el pequeño cofre, denso y hermético por fuera, ha de ser sugerente y mágico en el interior. El espacio que contiene no puede limitarse a ser un espacio ordenador, ni un juego de arquitectura bella pero distante; ha de ser un lugar capaz de evocar lugares y gentes a partir del pequeño fragmento de cerámica que, más poderosa que la roca, ha logrado sobrevivir para hablarnos de la fragilidad del tiempo.












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